Esto debió haber pasado hace mucho tiempo, muchísimo tiempo.
Antes de que los guaraníes emprendieran su largo viaje hacia el Sur, desde el
corazón de las selvas sudamericanas.
Mandi-ó era una nenita fea, alta, flaca y desgarbada. Tenía
manos grandes con dedos muy largos. No jugaba como los otros chicos. Se quedaba
ahí, paradita, mirando como si quisiera hacerlo. Pero no participaba. Mientras
tanto, los demás correteaban por la selva.
- Mandi-ó, algún día vas a echar raíces -la regañaba su
mamá.
Y su papá la retaba porque no acompañaba a su madre cuando
ésta salía en busca de frutos silvestres. Porque en aquellos tiempos remotos la
gente no conocía la agricultura, y sufría terribles hambrunas: sólo se
alimentaba con los productos de la caza y de la pesca (tareas a cargo de los
hombres) y con los frutos de la selva que las mujeres recogían con la ayuda de
sus hijos.
Pero Mandi-ó, siempre triste y avergonzada por su fealdad,
se negaba a acompañar a su mamá y a sus hermanitos en esas salidas, en las que
los chicos no sólo ayudaban sino que, además, recorrían la selva y se
deslumbraban con todo lo que veían, como cualquier chico del mundo.
¿Qué encontraron? Cuando todos salieron en busca de Mandi-ó,
en el centro del claro vieron una planta desconocida hasta entonces: un arbusto
muy verde, de casi dos metros de altura, con grandes hojas en forma de manos y
dedos larguísimos. Cavaron para desenterrar los pies de la niña; y en su lugar
encontraron gruesos tubérculos.
Era la mandioca, planta originaria de esas tierras, cuyo
cultivo se comenzó a realizar en claros abiertos a propósito, con hacha y
fuego. Desde entonces, los tubérculos de la mandioca fueron utilísimos porque
la mandi-ó o mandioca acompañó a los guaraníes en su larga migración hacia el
Sur, asegurándoles siempre el alimento. Mientras tanto, la misma planta viajó
con los Tupíes hacia el Norte, cruzó el caudaloso Río Amazonas y, ya en la
meseta de las Guayanas, fue adoptada por los Caribes quienes la llevaron a las
Antillas con el nombre de yuca. Desde entonces, la yuca o mandioca alimenta a
millones de americanos, a quienes brinda la fariña, la tapioca y el sabroso pan
de cazabe.
Fuente: Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos guaraníes, de
Fernando Córdova, Editorial Longseller.
No hay comentarios:
Publicar un comentario