Herencia de los guaraníes, esta
costumbre está reflejada en las letras de decenas de canciones. Música, y
tradición se fusionan para darle continuidad a una forma de proteger el cuerpo
y fortalecer el alma.
Para agosto caña con ruda/ valetón
agreste de lunas/ tutiá, pichana y barro, madrugada de lagunas. Así comienza el
chamamé escrito por Pocho Roch, Tairpero poriahu, al que Antonio Tarragó Ros le
puso música. El 1 de agosto hay que beber en ayunas caña con ruda (una bebida
medicinal casera fuertemente alcohólica) para espantar los males y fortalecer
el cuerpo. Esta antigua costumbre, heredada de los propios guaraníes, es parte
de la cultura correntina y una de las tradiciones que aún hoy se mantiene y
permanece latente en diversas canciones.
La creencia guaranítica afirmaba
que este brebaje ayuda a “espantar los males del invierno” (Julio los prepara y
agosto se los lleva, asegura, con feo humor negro, un dicho popular,
refiriéndose a los ancianos y a los enfermos desahuciados). El “calentamiento”
que procura el alcohol, por otro lado, llevaría a la creencia de que la bebida
contribuiría a evitar estados gripales.
Los más estrictos custodios de esta
costumbre sostienen que el trago –o los tres tragos– de caña con ruda deben
beberse en ayunas. El peligro es, claro, marearse. Pero hay una sentencia para
tal malestar: “Más vale emborracharse que morirse”.
La tradición se remonta, al
parecer, a los indios guaraníes, que ya habrían reconocido las capacidades
medicinales de la ruda macho, y la bebida no era caña, sino un licor similar.
Esta planta se utiliza internamente con éxito contra los parásitos y
determinados malestares gastrointestinales; sus hojas, utilizadas
exteriormente, aseguran que sirve para calmar el ardor e irritación de picaduras
de bichos y alimañas.
Por otro lado, según se sostiene,
la ruda es también una planta que no debería faltar en ninguna casa, pues la
creencia popular la concibe como un verdadero conjuro contra las malas ondas,
la envidia ajena y la mala suerte.
La elección del 1 de agosto tiene,
desde luego, un significado especial; es el día en que se honra a la Pachamama
y marca el momento en que el invierno comienza a retroceder en busca de la
primavera.
Las virtudes de la caña con ruda
trascienden el exorcismo de las enfermedades para transformarse en un rito de
propiciación, y en una vacuna contra el mal de ojo y la mala suerte para todo
el año.
La dosis depende ciertamente de la
afición alcohólica de los interesados. Hay quienes aseguran que basta beber
tres cucharaditas en ayunas, o tres pequeños sorbos, o siete pequeños sorbos, o
un buen vasito para degustar con paciencia, o unas copitas sabiamente
distribuidas a lo largo del día, que deben engullirse de un puro saque.
Hasta hace poco, el clima era otro.
Y con agosto llegaban las lluvias intensas y los últimos fríos fuertes. En
agosto, el invierno se despedía, y se despedía dejando huella. Agosto no era un
buen mes para los desafortunados de siempre.
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